lunes, 9 de junio de 2008

Sí, James, sí. (Crítica al "Ulysses" de James Joyce)


Lo abrazó y sintió en su perfume la desconfianza que hace ruido en las actitudes humanitarias. Lo pautado era así: se hace agua en el desconcierto.
Miró de reojo las iniciales de lo que insinuaba en una mueca, se desprendió el botón de la manga izquierda y miró la hora: tarde.
Un estertor se vació para siempre en la terraza de su oído, precipitó una sincronía de formalidades, lo de las miradas que vienen configuradas para una aceptación ulterior, no inmediata pero eficaz, sin embargo.
No te confundas: es música, no ruido.
Comunicación… No. Delicadeza, sutilidad.
Roce. Joyce. Rembrandt. Ontoscopía. La misma.
Su brazo describió una forma de dudoso valor geométrico (porque no se dibuja más que en un recuerdo, qué porquería).
Giró el cuello hacia la derecha, y el saco miró para el otro lado, desinteresado, tunélico.
El túnel abriga la esperanza de proteger una camisa desteñida, no sé por qué, si ya está como no quiere que esté, como toda protección. Escuché decir una vez que no se despega de un posible orgasmo numérico, como si fuera la creación binaria de un cómputo que remite a un diseño, nunca hay una autoría determinada.
Minuciosidad en la descripción y se pretende develar una esencia, un factor común de dos conjuntos vacíos. Cero. Nada. Joyce, Hume. Que seas tan minucioso no demuestra una causalidad, ni los túneles, ni los ademanes, ni lo que no vas a decir pero que pronunciarás en la lóbrega máscara de un silencio, los manantiales de significados, los limones de García Lorca. Ocio. Los guardias. Mate con criollitos y vigilancia.






Sigue haciendo una no-geometría con sus maneras hiperquinéticas de demostrar que somos personajes premeditados por alguien más. No hace que tenga forma humana ni ojos grandes sin párpados. Eso es Holywood.
No me vas a decir que en siete años vas a describir un día, eso es ocasionalismo, Funes el Memorioso, Malebranche, no, fue de los mutazilitas, Moisés Maimónides, estar como autor ahí, ser la condición de posibilidad a cada momento, dejá tranquilo a los personajes, ya parecés mi viejo con los modales para comer. Temblar por falta de Libertad. Temor y Temblor, Kierkegaard, no se entiende lo que quiere decir, tiene un problema con la elocuencia. Demasiada metafísica para una capacidad tan limitada de plasmar.
Endereza la mirada y el túnel se dinamita en una prolijidad digna de un diplomático.
La camisa no es de diplomático, es demasiado sincera –raída- para ser de diplomático.
La verdad no es internacional, si llegara a existir.
Me mira pero parece una posición, no una mirada. Parece una anécdota que los ojos se dirijan a mí, la mirada debería tener un algo-más para que funcione como delimitación de lo que es una individualidad hacia otra, eso que las palabras no pueden hacer aunque las onomatopeyas se distingan de un logos casual y desangrado por la tradición.
El túnel se derrumbó, el saco es más nuevo, esconde lo raído. Sospecha.
Fin de cita. (Ilícita, es una cita propia).
Ahora qué hago.

Sergio A. Iturbe
02/06/07